Vol. 1(1)2


    Sobre papel

    Novia busca solteros

    Hace algunos años el uso de siglas estaba reservado a grandes instituciones como la ONU, la UNESCO o la BBC. Sin embargo, perdido el respeto por las instituciones, el lenguaje abreviado y rimbombante se democratizó. Quizá por influencia anglosajona, se fue volviendo moda o comodidad, y entró al habla más coloquial a través del lenguaje técnico y el comercial con un regusto pedante, pues pocos saben los significados. Es decir, del CAD o SIDA, o del VHS, el PC, el GPS, el HD y el LED, llegamos al VIP, al DIY, al LOL y al TQM.

    Esta aclaración no es menor si tenemos en cuenta que la sigla con que se conoce nuestra revista es PDC, y que coincide con la que, de manera cruel, Umberto Eco utiliza, en su mordaz artículo, Cómo presentar un catálogo de arte, para nombrar a cierto profesional llamado “Presentador De Catálogos de arte”. Efectivamente un PDC.

    Después de haber alcanzado, contra todo pronóstico, la edición número 10, hemos decidido celebrarlo con un número especial doble, el 1(1)2 dedicado en su totalidad a muchas de las tantas cosas que conocemos como arte. Pero no pretende ser un catálogo del mismo y mucho menos recurre al consejo del semiólogo italiano, quien señala que es necesario “hablar de la obra, pero sin expresar juicios de valor”. Y que para ello “la solución más cómoda consiste en mostrar que el artista ha trabajado en armonía con la visión del mundo imperante...”. En lugar de aquello, hemos tratado de pensar el arte a través de la escritura, acudiendo al viejo arte de pensar a través de ésta.

    A pesar de no contar con una carrera artística, desde su fundación, la Universidad ICESI (¡otra sigla!) ha mostrado un gran interés por el papel que la pedagogía y la estética tienen en la formación, además ha incluido en el currículo la reflexión sobre el arte desde el área de humanidades. A finales del 2011 nació en la universidad un seminario de estudio, que en un guiño a Duchamp, se denominó la novia desnuda(da). El seminario se ocupó, a través de algunos de los textos que rondaban la bibliografía más contemporánea, de examinar con curiosidad el actual panorama del arte. Por ese camino, y con la participación de algunos profesores y alumnos que fueron pasando por el grupo, nos topamos con cuestiones como los movimientos más sonados, las nuevas tendencias, el léxico, la educación artística, hasta llegar a preguntarnos por el arte como techné; y por tanto, acerca de la relación entre arte y tecnología en esta era de reproductibilidad digital y obsesión informática.

    Las horas de discusión y los escritos parciales han terminado desembocando en esta publicación doble, acompañada por la edición de un número más de Paessagio, revista del colectivo Blauer Hase, el cual desde hace algunos años viene pensando las palabras como una forma de hacer arte, diferente a la literatura. El grupo de personas que actualmente conforma el seminario, y que trabajó en la edición de PDC, está integrado por Mariángela Aponte, Riccardo Giacconi, Mauricio Guerrero y Joaquín Llorca.

    ¿Pero qué se escribe sobre arte? Es decir, ¿por qué producimos crítica, blogs, webs, teoría, reseñas, política, contexto, revistas, muros, statements, biografías, manifiestos, diccionarios, etc? Para responder a estas preguntas hemos ensamblado, inspirados por los variados textos del arte, una multiplicidad de voces y acentos, articulados en contrapunto. A lo largo de este proceso se ha generado un coro cacofónico, en el que las líneas melódicas a veces se cruzan y otras veces siguen rutas paralelas o perpendiculares. El producto final es un boceto del extraviado panorama del arte, sus artistas y nuestro contexto, en relación con el resto del mundo.

    Al revisar algún texto de la presente edición, un colega cercano a la revista se preguntó por qué “los escritos sobre arte están llenos de jerga pretenciosa y algunas veces mal escritos. Parecen dirigidos a miembros de una secta que sólo se comunican y se entienden entre ellos. ¿Por qué, \"así sean sobre arte contemporáneo,” añadía, “no pueden ser diáfanos, inteligentes y creativos?”. Sería necio negar que alguna de estas características de la escritura encontrará el lector entre estas páginas; pero también sería “excluyente” no darle cabida a tal clase de discurso, dado que es una de las manifestaciones propias de los haceres dentro del campo del arte. Confiamos en que no será el único tipo de artículo que integre el presente volumen, juzgue usted.

    El desconcierto sobre la definición del arte fue alguna vez “zanjado” por Gombrich con su famosa frase: “no existe, realmente, el Arte. Tan sólo hay artistas”, por tanto nada más pertinente que iniciar la revista hablando del artista con una inspirada fábula que, sobre la naturaleza de tal personaje raro, hace Félix de Azúa en su Diccionario de las artes. En esta edición doble dedicada al arte, Riccardo Giacconi, además de trabajar en la compilación de Paesaggio, contribuye revisando directamente las palabras, indagando en la poética de los títulos de las obras. Se encontrarán también miradas transversales sobre el oficio del artista en los manifiestos de Camnitzer, Marín y Alzate; diálogos con el pasado en la entrevista con Pedro Alcántara; reflexiones esquizoides con “lo de afuera” en las notas curatoriales de Bourriaud, Roca y Serrano. Además tienen cabida experiencias realizadas al margen entre institución y atomización, en los blogs locales de Carlos Quintero, El Heno Contraproducente y Breyner Huertas; y la pertinencia del arte en la vida y en lo político en los textos de Laliberté y Carolina Valencia. Arte y aulas de clase parecen acomodarse e incomodarse en las colaboraciones de Bishop y Ospina; mientras la relación entre arte, tecnología y sociedad se trata en el artículo de Llorca, junto a la posterior conversación con Felipe César Londoño.

    Pero no sólo de palabras vive el arte. Por tal motivo, esta edición echa mano de la vieja imagen impresa, e incluye una pequeña colección de fotografías tomadas por José Kattán, en las que se retratan algunos creadores en su lugar de trabajo.

    Queremos agradecer a todos los autores, que sin excepción respondieron rápida y positivamente a nuestro llamado. Un agradecimiento especial a John Baldessari, quien permitió que Wilson Díaz reinterpretara una de sus obras para nuestra portada.

    Hoy, la novia desnuda(da), “casta con un punto de malicia”, pasea entre las letras de PDC y ya no es acechada por nueve solteros. Cómoda y sin vestiduras “libera su gasolina del amor” y hojea las páginas a la sombra de un árbol de mango. Desde hoy, sea usted su célibatere.